La indiferencia
por Pelegrin Castillo
El diputado Pelegrín Castillo expuso ayer ante el Altar de la Patria un rosario de quejas, lamentaciones y advertencias que debería motivar atención o preocupación de Gobierno y sociedad porque están relacionadas con males añejos que deterioran principios que sustentan soberanía y democracia política.
La denuncia de que una ley de inmigración aprobada hace cuatro años no ha sido implementada por falta de voluntad política, es particularmente grave porque -como señala ese legislador- coloca a la República en una situación de indefinición jurídica.
Ante la ausencia de ese estatuto, el territorio nacional se ha convertido virtualmente en tierra de nadie, con el agravante de que la definición y alcance del concepto nacionalidad referido en la Constitución, es objeto de controversia o distorsión por jueces y cortes que en esa materia se revelan contra jurisprudencias de la Suprema Corte de Justicia.
Son válidas las preocupaciones externadas por el diputado Castillo por la resistencia de sectores sociales, económicos y políticos al control migratorio que ha intentado aplicar la Junta Central Electoral a través de un libro de extranjería y a los esfuerzos por sanear un vulnerado Registro Civil.
¿Cuáles fuerzas externas e internas interactúan para impedir que el Estado aplique un estatuto migratorio solidario y garantista de sus prerrogativas soberanas? ¿Por qué se objeta o se pretende degradar la gestión de un cuerpo militar especializado que vele por la seguridad fronteriza?
El Poder Legislativo ha sido temeroso o débil en votar una ley que reconozca o reivindique el derecho y control soberano de República Dominicana sobre una franja aérea y marítima usufructuada hoy por naciones foráneas y corsarios del narcotráfico.
República Dominicana ha sufrido por mucho tiempo, y cada vez con mayor intensidad, los embates de una campaña internacional que pretende presentar a sus autoridades y pueblo como el último reducto de esclavitud y segregación racial, cuando en verdad ha tenido que transitar largo viacrucis con la pesada cruz a cuesta del drama haitiano.
Ante ese glosario de problemas enumerados por el diputado Castillo, que socavan fundamentos de la nacionalidad, la indiferencia social constituye una vergüenza y una forma de complicidad con quienes dentro y fuera del territorio atentan contra los sagrados principios de soberanía y autodeterminación.PUBLICADO


